Por su parte, los antónimos son
palabras cuyo significado es el contrario de otra palabra o expresión. Existen antónimos con significados diametralmente opuestos a la palabra de origen y otros antónimos recogen ideas que, si bien no son totalmente contrarias, sí se pueden considerar opuestas a alguna de las acepciones que adopta la palabra original.
Como hicimos en el apartado anterior, veamos algunos ejemplos de antónimos para comprender mejor esta idea:
Antónimos de “humildad”:
orgullo, soberbia, vanidad, altivez, altanería, arrogancia, petulancia.
Antónimos de “bonito”:
feo, desagradable, repelente, horrible, horroroso.
Antónimos de “respeto”:
osadía, desvergüenza, desconsideración, desacato, descortesía, insolencia, desaire, desdén, desplante.
Nuevamente, nos encontramos con significados que no son 100% contrarios a los originales: sin embargo, la acepción elegida de la palabra original abrirá la puerta a la elección de distintos antónimos. No obstante,
lo normal es que una palabra tenga muchos menos antónimos que sinónimos, precisamente por esta dificultad de encontrar términos que den a entender un significado opuesto.